DUERME, DUERME, MI AMOR (1975) – Francisco Regueiro – Surrealismo absurdo y poco refinado en el tardofranquismo

 

Con una María José Alfonso desaprovechada y un José Luis López Vázquez que parecía haber retrocedido diez años en sus habilidades interpretativas, esta comedia pasó, en su momento, sin pena ni gloria. Luego, la progresía la ensalzó. Tiene algún giro gracioso, pero en general, en el minuto 20, uno se siente cansado de tanto surrealismo presentado como “crítica social”

FICHA

TITULO: Duerme, duerme mi amor

AÑO: 1975

DURACIÓN: 90 minutos

DIRECTOR: Francisco Regueiro

GÉNERO: Comedia

ARGUMENTO: Una pareja madura se muda a un barrio periférico de Madrid. En el curso de la endiablada mudanza, entran en crisis y él opta por administrarle constantemente un somnífero que la mantiene alelada, mientras él tratará de conquistar a una vecina ante la mirada curiosa de portera y vecinos.

ACTORES: María José Alfonso, José Lis López Vázquez, Rafaela Aparicio, Lina Canalejas, Laly Soldevila, Manuel Alexandre, Alfonso Ortuño, Rafael Conesa

 

 

CLIPS

CLIP 1 – CRÉDITOS Y RESPONSABILIDADES


CLIP 2 – “¿CASAS? ¡SI PARECEN JAULAS!”. AMPARO Y EL RETRETE


CLIP 3 – UNA PORTERA DE LAS DE ANTES Y UNA MUJER DESAQUILIBRADA


CLIP 4 – UNA MUDANZA CAÓTICA, UNA MADRE EN EL ARMARIO Y UNA MUJER ENCANTADORA


CLIP 5 – “¿NO ESTARÁ USTED BUSCANDO NOVIA, VERDAD?”


CLIP 6 – ESCENAS DE MATRIMONIO


CLIP 7 – LA VECINA ENLUTADA Y LA ESPOSA EMPLUMADA


CLIP 8 – HACIENDO AMIGOS EN EL BARRIO


CLIP 9 – LA MUJER EN SUEÑOS Y EL MARIDO EN CASA DE LA VECINA


CLIP 10 – UNA APROXIMACIÓN EN MISA A LA VECINA


CLIP 11 – CON LA SUEGRA


CLIP 12 – ESTRAMBOTE FINAL



Carteles y programas

 



Cómo localizar la película

A TRAVÉS DE EMULE: DUERME, DUERME MI AMOR (formato AVI, primera opción)

A TRAVÉS DE EMULE: DUERME, DUERME MI AMOR (formato AVI, segunda opción)

En FlixOlé: DUERMES, DUERME MI AMOR

Lo menos que puede decirse sobre DUERME, DUERME MI AMOR

En 1975, España contenía la respiración. El FRAP había lanzado una campaña terrorista que tuvo como resultado su total desarticulación, mientras que ETA, aunque infiltrada y acorralada había cometido algunos atentados criminales tanto en el País Vasco como en Madrid. El GRAPO empezaba a actuar sin firmar sus crímenes. Luego, los fusilamientos de septiembre. Mas tarde la enfermedad, agonía y muerte de Franco. No era el mejor marco para hacer buen cine y, de hecho, no fueron muchos los estrenos memorables de aquella temporada.

Entre los que no pasarán a la historia, figura la obra de Francisco Regueiro -obra completa pues fue, a la vez, director y guionista- Duerme, duerme mi amor. En su momento, pasó sin pena ni gloria, estuvo pocos días en cartel y fue considerada como un fracaso. De hecho, esta película era algo especial; en la época se hacían muchas comedias ligeras, pero esta intentaba, mal que bien, tener un trasfondo “social” mediante planteamientos surrealistas, situaciones absurdas, todo ello ambientado en el extrarradio madrileño. La película, con el paso de los años, ha ido sufriendo una revalorización y hoy, si no es “de culto”, está en ello. En realidad, la podemos calificar como “comedia discreta” de un director que filmó pocas que fueron elogiadas, especialmente, por la crítica progresista.

Regueiro había filmado 11 años antes, la que, a nuestro juicio, es su mejor película, Amador. Pero, así como ésta, era una película que seguía el día a día de un asesino en serie y contenía ya algunos elementos surrealistas, será en Duerme, duerme mi amor, en donde se zambullirá de pleno en la piscina del absurdo, yendo del género negro a la comedia.

Desde las primeras escenas ya se entiende lo que va a ser la película: una colección de personajes, situaciones, enseres y diálogos surrealistas, cada uno de ellos, sin ninguna lógica, con poco sentido, pero que, interpretados por el cuadro de actores contratado para esta cinta, parecen querer decirnos algo. Era frecuente en aquellos años que toda película que fuera mínimamente “pretenciosa”, precisaba transmitir un “mensaje”. Era el tiempo de los cantautores “con mensaje”, el teatro o el cine debían, pues, incorporar también el “mensaje” sus ensayos. Si no había “mensaje”, la película se consideraba “frívola”, “banal” e “irrelevante”, pero, a poco que el guionista tuviera el detalle de colocar un guiño a la crítica “progre”, eso quería decir que ahí había “mensaje”: no importa lo burdo que fuera, lo más planteado que estuviera, ni siquiera su irrelevancia. Si era de contenido “social”, mucho mejor. Y se ha entendido que esta película, sí tiene tal contenido. Lo cual, no es del todo evidente.

La historia se desarrolla en un barrio periférico de Madrid. Una especie de conjunto de “conejeras” en donde se apilaba a la emigración que había llegado de otras partes del Estado a las grandes capitales de provincia en la postguerra y hasta los años 70. Un matrimonio maduro que vivía en un pueblo, en una casa amplia, decide, por iniciativa de él, mudarse a una de estas “conejeras”. La esposa llega antes, conoce a la portera y sufre el primer ataque de nervios, destrozando el WC. Luego llega él con el camión de la mudanza. Más que trasladar muebles, los operarios los dispersan en la calle frente al edificio, originando caos y expectación del vecindario. Pronto, el marido conoce a una vecina por la que inmediatamente siente una atracción irracional. Para poder dedicarse a su “conquista”, hará falta que la esposa esté permanentemente incapacitada, lo cual logra administrándole somníferos. Esto es lo esencial de la trama y lo que vemos en pantalla.

¿En dónde radica el mensaje? En primer, en la “crítica social” de las viviendas construidas masivamente durante el franquismo: éstas, hay que recordarlo, al menos eran asequibles para las familias modestas. Y en esto, la película ha perdido toda actualidad: hoy se construyen las mismas “conejeras”, solo que a precios exorbitantes y a costa de hipotecarse dos tercios de la vida. Así, “mensaje” superado; incluso erróneo. ¿Qué más?

La incomunicación. Un matrimonio en la que ella se ha colocado a la sombra del marido y éste toma decisiones irresponsables y absurdas, pero es ella la que, con su carácter y reacciones histéricas no deja al protagonista más camino que dormirlas permanentemente. Y ahí, sí que Regueiro ha acertado, solo que con 40 años de adelanto al momento en el cual el “aislamiento” de ha convertido en la característica más presente en nuestra sociedad. Nunca hemos estado tan “comunicados” como ahora, pero nunca nos hemos sentido tan aislados como hoy. Se entiende el porqué la película no tuvo éxito en su tiempo. En 1975 existía, incluso en el interior de las familias y entre las generaciones, algún tipo de comunicación; se hablaba, aunque solamente fuera para criticar al gobierno, o en momentos en los que la programación del único canal de televisión no interesaba. Se hablaba mucho más que hoy.

Otro mensaje: “la hipocresía del matrimonio”. Existía, como siempre ha existido en todas las épocas, pero esa “hipocresía” se mantenía, muy frecuentemente, en beneficio de un bien mayor: la educación de los hijos. Se partía de la base de que el matrimonio heterosexual era el mejor marco para los hijos y, por tanto, las partes soportaban carros y carretas para mantener ese modelo. Perdido el modelo, perdida la posibilidad de mantener a los hijos, incluso el instinto de querer tenerlos, perdido el sentido final del matrimonio, éste se convierte en inestable, imposible y roto ante el primer problema que aparece en la pareja. Así pues, la alternativa es “hipocresía” (que existía como también existía amor, cariño en la pareja, atracción mutua, deseo de convivencia, además de los hijos y de su educación) o disolución de la institución matrimonial y, por consiguiente, de la familia. La pareja protagonista de la película carece de hijos y, ciertamente, parecen encerrados en 70 metros cuadrado de incomunicación, aislamiento y aburrimiento. Y, al lado está una vecina, objeto del deseo del marido… Así pues, está clara la opción del director. Pero la superación de la “hipocresía” (la vecina, por cierto, va siempre de luto para que los vecinos piensen que su marido ha muerto, cuando, en realidad, la ha abandonado) no parece llevara a estadios superiores de convivencia, tal como estamos viendo hoy, sino justo a lo contrario.

Como vemos, los temas que planteó como “mensajes” el director en 1975 han quedado superados o desmentidos. Esto se nota mucho al ver la película que, vista desde nuestro momento histórico-social, tiene poco sentido y se limita a ser una comedia negra que sale adelante gracias a la calidad de los actores.

Estos, por cierto, no dan de sí todo lo que podían dar. López Vázquez que, poco antes había rodado películas geniales (La Cabina, Mi querida señorita, El bosque del lobo, etc) demostrando sus extraordinarias dotes de actor dramático, parece haber regresado a aquellas primeras comedias en las que gesticulaba y recurría a los mismos trucos de actor cómico. Su interpretación solamente es creíble y mesurada en algunos tramos, en la mayoría del metraje aparece como excesivo; María José Alfonso, extraordinaria actriz, apenas pasa desapercibida y no solo porque pase tres cuartos de la película durmiendo, sino porque el guion apenas le ha deparado unas pocas frases. Rafaela Aparición, tiene su momento, y es en ella en donde radican los gags y las frases más suculentas, especialmente en la primera parte de la película. En la segunda, su papel desciende. Y, finalmente, Manolo Aleixandre y Laly Soldevilla, cuyos roles son muy limitados en el tiempo, dejan una excelente impresión.

La película, como hemos dicho, es inferior a otras de Regueiro, pero a su vez, superior a algunas de las que realizó posteriormente, si bien, su última cinta, Madregilda, rodada en 1993, superó lo que había hecho hasta entonces.

En definitiva, una película que remite al esperpento español o a la comedia desmadrada y surrealista, con pretensiones de contener un “mensaje”. Lo que podía haber en 1975, ya ha desaparecido. Y, por tanto, la “actualidad” de la película ha quedado muy atrás. Hay que hacer un esfuerzo para no acelerar la reproducción y llegar antes al final.

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