MORBO (1972) – Gonzalo Suárez – POCO MORBO, TRISTE EROTISMO SETENTERO

Se habló mucho de esta película en su momento. Tanto por su director, Gonzalo Suárez, como por sus protagonistas, una pareja que empezaba a estar de moda: Víctor Manuel y Ana Belén. Eran los tiempos en los que se estaba formando una “nueva clase”: la izquierda caviar, entonces “gauche divine”, la progresía. Ahí sigue, por cierto. La progresía aplaudió a raudales esta obra  que, a medio siglo de su estreno, no queda muy claro qué era ni lo que pretendía.

FICHA

TITULO: Morbo

AÑO: 1972

DURACIÓN: 87 minutos

DIRECTOR: Gonzalo Suárez

GÉNERO: Drama

ARGUMENTO: Una pareja de recién casados decide pasar su luna de miel en una roulotte que aparcan en un campo alejado. Pronto empiezan a aparecer tensiones en la pareja: ella se siente observada por los habitantes de una casa cercada, él, en cambio, desdramatiza las sospechas y asegura que cerca no hay ninguna casa. Todo terminará en drama.

ACTORES: Ana Belén, Víctor Manuel, Michael J. Pollard, María Vico,

 


CLIPS

CLIP 1 – UN EXTRAÑO COMIENZO, CRÉDITOS Y SITUACIONES


CLIP 2 – PROVOCANDO AL PERSONAL (QUE ES GERUNDIO). DOS PROGRES EN RULOTE


CLIP 3 – UN LUGAR SOLITARIO COMO CUALQUIER OTRO (PERO CON MIRONES)


CLIP 4 – REGALOS QUE NO SON DEL AGRADO DEL PAR DE PROGRES QUE LOS RECIBIERON


CLIP 5 – “PODEMOS HACER LO QUE QUERAMOS…” “¿Y QUÉ ES LO QUE QUEREMOS?”


CLIP 6 – “!HAY ALGUIEN AHÍ FUERA¡”


CLIP 7 – PRIMERAS PELEAS, PRIMERAS DESCONFIANZAS


CLIP 8 – LA OBSESION DE LA CASA CERCANA Y LA OBSESIÓN DE SENTIRSE OBSERVADA


CLIP 9 – DENTRO DE LA MASÍA, CONOCIENDO A LA INVÁLIDA CIEGA


CLIP 10 – A TRAVÉS DEL BOSQUE QUEMADO. ESCOPETAZOS EN EL INTERIOR DE LA CASA


CLIP 11 – PONIENDO TIERRA DE POR MEDIO…


CLIP 12 – CRÉDITOS FINALES, POR PROGRES URBANITAS QUE SE VAN DEJANDO DOS CADÁVERES



Carteles y programas


 

 

 

Cómo localizar la película

A TRAVÉS DE EMULE: MORBO (en formato AVI)

 

Lo menos que puede decirse sobre MORBO

Morbo fue una de esas películas de las que se habló mucho en su época. Venía de la mano de un enfant terrible del cine experimental, Gonzalo Suárez. Dos años antes, Suárez había lanzado El extraño caso del Doctor Fausto que, en el fondo, iba en la misma línea que sus productos anteriores, Ditirambo, Ditirambo vela por nosotros y El horrible ser nunca visto. Suñarez estaba a punto de entrar en una fase menos experimental y mas comercial. Aoom (1970) fue la última de sus películas exclusivamente experimentales. Luego, todo se haría mucho mas comprensible y llano para el espectador. Esto se evidencia en 1971 cuando ruega Morbo y al año siguiente, cuando en Al diablo con amor, repite en ambos casos de la pareja de moda en la época Ana Belén y Víctor Manuel. Un año más y veremos a Carmen Sevilla mostrando pechuga en La loba y la paloma, dos años más y Suárez dirigirá una adaptación de La Regenta (que en aquellos momentos era una novela que vivía una segunda primavera). Morbo es una especie de transición entre la etapa “experimental” de Suárez y su fase comercial.

La película en 1972 parecía mucho más “erótica” de lo que puede parecer hoy. La era de Internet es la era de “lo explícito”, mientras que en el tardofranquismo se consideraba como “morboso” todo aquello que podía resultar atractivo por lo que tenía de prohibido, parecía inmoral, malvado o, incluso, resultaba desagradable, enfermizo en términos morales. ¿Qué puede haber de morboso en la era de Internet? De hecho, Internet ha sido la apisonadora del morbo y ha vulgarizado el erotismo haciendo cotidiano y banal lo que en 1972 era solamente “morboso”, en tanto que extraño, raro, anómalo o inhabitual.

Además, Suárez eligió a una pareja de moda; ambos -Víctor Manuel y Ana Belén- eran jóvenes, aparecían en numerosas revistas del corazón, aparentemente eran los arquetipos de la juventud de aquellos momentos y el hecho de que fueran observados por los medios con una insistencia inhabitual ya despertaba el morbo de muchos. Hoy, cuando ambos son abuelitos venerables, tampoco se entiende bien el morbo que podían despertar hace medio siglo.

La situación que plantea Suárez es muy concreta: una pareja de clase media, estudiantes, se casan. No acuden muchos invitados, pero eso, tampoco les importa mucho. Inmediatamente han sido unidos en santo matrimonio parten en viaje de luna de miel. Y lo hacen en un vehículo que arrastra una roulotte típica de aquellos años. Había muchas como esa en nuestras carreteras. Se habían puesto de moda gracias al turismo. Durante el viaje ambos dan muestras de ser jóvenes “desinhibidos” sexualmente. Lo que se llama una “pareja progre” de 1972.

Acampan no importa dónde. En un lugar alejado de cualquier pueblo o ciudad. Tienen un problema de agua. El flamante marido sal con dos garrafas a buscar agua. Difícil, porque cada una de ellas tiene una capacidad de 25 libros y Víctor Manuel no era precisamente un tipo musculado. En fin… el caso es que, cuando vuelve, su mujer le pregunta de dónde ha obtenido el agua y él le contesta que de una casa próxima que no sabe si está abandonada. Este problema del agua seguirá repitiéndose en días sucesivos y dará lugar a alguna de las primeras peleas de la pareja.

Pronto, ella, cuando se queda sola, tiene la extraña sensación de que está siendo observada. Piensa que seguramente serán los vecinos de la casa a la que su marido va a buscar agua. Pero se siente incómoda, especialmente cuando comprueba que su marido, en lugar de ir a la casa a buscar agua, la recoge de un arroyo. Él le dice que ha “inventado” lo de la casa para tranquilizarla y para que no se sintiera sola en un lugar perdido.

A medida que avanza la película, la pareja ideal de urbanitas progres, va empeorando su relación: ya no son la pareja que abandonó la iglesia alegre y locamente. Se han convertido casi en enemigos. Finalmente, en el último tramo de la cinta, resulta que la casa si existe y en su interior viven dos extraños personajes: una mujer lisiada y su compañero, que, efectivamente, observaba desde el bosque y era quien hacía sentir incómoda a Ana Belén. La película termina malamente, con la muerte de ambos inquilinos y la huida de la parejita encantadora. Eso es todo.

Resulta difícil, como ha hecho la crítica progre, encontrar una moraleja a esta película. Si la tiene, no nos ha sido dada conocerla. Más bien parece una película con un guion en la que ha sido posible integrar a una pareja de moda, con un presupuesto limitado y que ni siquiera se han aprovecha localizaciones excepcionales para filmarla. El lugar que eligen para acampar no tiene nada de notable, es gris, desangelado y vacío. No es tampoco una película trepidante. El ritmo con la transcurren cuatro quintas partes de la misma, es lento, en ocasiones desesperadamente lento. No pasa casi nada. ¿El morbo? El que experimenta el voyerista contemplando un cuerpo que ignora que está siendo observado y que, por tanto, se comporta de manera natural.

¿Lo mejor? Quizás el acompañamiento musical y la pretensión de hacer una película que suscitara cierto terror, pero a plena luz del día (sería Chicho Ibáñez Serrador cuando en 1976, volvería a intentarlo, con más fortuna, en su genial ¿Quién puede matar a un niño?).

¿Lo peor? Aparte de que Víctor Manuel nunca ha sido actor, en esta ocasión ni siquiera da la talla como joven marido. Su papel resulta inexpresivo, soso, distante y como si todo aquello no le interesara excesivamente. Aun así, constan en su historial, 23 películas, ninguna de las cuales merece particular interés. Volverá a repetir con Gonzalo Suárez y con la que ya entonces se había convertido en su esposa, un año después en Al diablo, con amor.

 

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